Petro abre las puertas a un espacio negociador con el ELN

La llegada de Gustavo Petro a la presidencia de Colombia revive la posibilidad de un proceso de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la histórica guerrilla de raíces guevaristas que tras la desmovilización de las FARC en 2016 se convirtió en el grupo rebelde más grande del país.

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Gustavo-Petro

El mandatario electo ha reiterado que a partir del próximo 7 de agosto, cuando se posesione, propondrá un cese del fuego bilateral para destrabar las conversaciones que los dos Gobiernos anteriores ya venían llevando adelante sin mayores resultados.

Lo cierto es que desde hace ya un par de décadas la cúpula de la guerrilla guevarista del ELN se convenció de que ganarle la guerra al Estado colombiano era sencillamente imposible. Un hecho que los empujó a una estrategia de “resistencia armada” marginal, pero que ha seguido afectando con sus ataques a la infraestructura petrolera del país, así como también condicionando la vida de los habitantes de los 180 municipios donde tienen presencia (de los 1.200 totales).

Entre las propuestas del programa del Pacto Histórico de Petro, de izquierda, ya se incluía la creación de “las condiciones para avanzar en un diálogo y negociación eficaz con el ELN” que “recoja las lecciones aprendidas del Acuerdo Final de Paz con las FARC”.

El panorama sugiere entonces que se abrirá un nuevo capítulo dentro de una serie de acercamientos fallidos que, desde los años 90, han tenido como único propósito llegar a una solución dialogada con una guerrilla que nació en 1963, en pleno apogeo de la Revolución Cubana y los predicados de la Teología de la Liberación.

La salida del presidente Iván Duque cierra una etapa en la que las políticas oficiales dieron prioridad a la vía militar como método de solución del conflicto armado interno. El investigador de la fundación Paz y Reconciliación Luis Eduardo Celis recuerda a Télam que el Gobierno saliente “quiso imponer con el ELN una discusión donde imperaba la unilateralidad”.

Asimismo subraya que, si el mandatario electo cumple con sus promesas de campaña, no debería haber mayores obstáculos en la construcción de un acuerdo: “Se trata de un proyecto de Gobierno que ha prometido incentivar la participación ciudadana; es un Gobierno interesado en las transformaciones económicas y sociales, y en la atención prioritaria de ciertas regiones del país que requieren esfuerzos para construir la paz”.

Fuente: Télam

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